domingo, 7 de diciembre de 2014

Eso era…

Tus ojos abiertos como ventanales de catedral, tus labios resecos por tu entrecortado respirar, los jadeos incontrolados de tu pecho agitado y tus dedos blancos de tanto apretar la piel de mi cadera impidiendo que dejara de moverme… Así llego tu orgasmo, estaba ahí, presente en todo tu ser y tu cuerpo pedía mas, exigía mucho mas, no deseabas dejar de sentir esa dulce, alocada y placentera sensación. De tu sexo manaba el más cálido y húmedo fluido que podía sentir, mojando poco a poco mi sexo con el rítmico vaivén de mi penetración que profunda y armónicamente seguía manteniendo.
Con tu mirada clavado en mis ojos y una voz apagada salía de tu boca sin saliva un “Siii… Siii”…, te volvieron a vibrar las caderas, abriste más aun la boca y tus ojos desorbitados gritaron en silencio que otra oleada de placer te invadía, enloquecida sin control me obligaste con tus manos a aumentar el ritmo y la cadencia de mis penetraciones forzando mas mi cuerpo… “sii, más fuerte… mas” dejaste escapar y la humedad de tu sexo ya salpicaba a cada embate, impregnando nuestro bajo vientre y fluyendo entre tus muslos hasta la colcha que se mojaba irremediablemente.
Lo leí en tus ojos, “Tu… ahora tu”, buscabas mi orgasmo desenfrenadamente, ya no solo era placer lo que te invadía, lo sabías bien. Con ese ritmo era imposible e incontrolable mi orgasmo, lo provocabas, lo deseabas, lo sentiste llegar y te aferraste mas a mí, uniste nuestros cuerpos aumentando el frenesí de unir nuestros corazones, sentí el tuyo como brincaba entre tus turgentes pechos que temblaban al compas de mis movimientos.
Me besaste con fuerza para que nuestros jadeos no fueran compartidos por nadie mas, los tuyos para mí los míos para ti, no solo compartimos sensaciones o placer, lo necesitábamos todo el uno del otro y así nos entregamos todo sin dejar nada en el interior… esa era la firma y confirmación de mil sentimientos que manaban de nuestro corazón.
Sin palabras, con los ojos cerrados y un cuerpo sobre el otro, extasiados y sin fuerza para mas ambos supimos sin duda alguna… que eso era amar.