martes, 22 de octubre de 2013

Uno de tres (2ª parte)

Aproveche el momento para arrodillarme nuevamente entre tus piernas, ahora nada nos distraería, acaricie el interior de tus muslos, otro estremecimiento recorrió tu cuerpo, la piel de gallina hizo acto de presencia enseguida, aun seguías sensible, muy sensible, subí besando cada poco tus piernas, muy suavemente, cada poco dejaba que mi lengua saliera de mi boca y acariciara un tramo de tu piel para prepararte para el siguiente paso… el olor de tu sexo comenzaba a embriagarme y la suavidad de tu piel me indicaban a las claras el camino a seguir pero tú querías que no perdiera el tiempo, apoyaste una mano sobre mi cabeza y con firmeza me llevaste hasta tu sexo, me resistí, quise hacerte esperar mas pero tenía unas ganas tremendas de complacerte… tu sexo brillaba por la humedad de la excitación que te embargaba, su olor algo acido me recordó a los limoneros, su aroma fresco y ligero me estaba emborrachando… tan sugerente, lentamente, beso a beso me acercaba a él, ya ansiaba humedecer mis labios en tu sexo, sentir el calor que manaba, saborearlo pausadamente, empaparlo con la saliva que ya casi goteaba de mi boca… necesitaba llenar mi boca de él… lo bese y no pude mas… la locura me pudo y comencé a besarlo de arriba abajo dejando que mi lengua lo humedeciera mas, deje de sentir, de buscar… mi mente se lleno de ti, de sensaciones ajenas a mí, solo quería sentir lo que tu sintieras y para alcanzar esa conexión solo tenía que usar mi boca, mi lengua y así lo hice, ahonde mas y mas hasta llegar a tu clítoris excitado a más no poder, lo note mojado y duro, un botón dulce entre la piel más suave que podía soñar, descontrolado deje que mi lengua se moviera libremente, tu cuerpo reaccionaba a cada movimiento, contracciones y espasmos te invadieron… abriste los muslos al máximo para darme espacio y libertad, me aproveche de ello y pase mis brazos bajo tus muslos para agarrar tus caderas y empujar tu pelvis hacia mi cara, quería penetrarte con mi lengua, sentir como mi cara se perdía en tu interior, mi lengua seguía moviéndose con vida propia, sabía lo que te gustaba y como así que te lo demostró sin paliativos, sin contemplaciones, tu espasmos fueron en aumento y tus caderas comenzaron a moverse descontroladas, el clímax te inundaba, la explosión de placer fue bestial, tus manos me apretaron la cabeza contra tu sexo y no me resistí, quería recibir todo tu orgasmo y no me contuve al abrir mi boca al máximo sin dejar de mover mi lengua que seguía encontrando su camino entre espasmo y espasmo, apreté mis manos en tus caderas para poseerte con mi boca, tus gritos de placer eran indescriptibles, sensuales, excitante. Mi  pene palpitaba como si fuera el quien tenía el orgasmo… me volvía loco de lujuria provocar tanto placer, me encantaba, la satisfacción me invadió, el orgullo… me sentía realizado como hombre… aflojaste tus manos, tus dedos se distendieron y se relajaron tus muslos, yo levante mi cabeza y la gire… nuestro visitante estaba extasiado, volvía a tener el miembro erecto y se masturbaba con fuerza, tu dejaste escapar un suspiro de placer y satisfacción, un si prolongado y casi inaudible, estabas con la respiración más que alterada, es sudor corría por entre tus pecho que bese tiernamente, te estremeciste y agarrando mi cabeza con tus manos me besaste en la boca con frenesí y despreocupadamente me empujaste hacia arriba, te sentaste y me pusiste derecho… mi pene seguía erecto, con el glande en un rojo carmesí muy marcado y un brillo lustroso por lo estirado de la piel… lo agarraste con suavidad y lo colocaste entre tus pechos, lo mojaste con tu sudor, lo mirabas con ansia y deseo… lo vi venir, abriste la boca y desesperada lo comenzaste a chupar alocadamente, mi excitación era tal que el primer espasmo de placer me cogió tan de sorpresa que  me hizo tambalear, arquee la espalda y te penetre la boca tan profundamente que te provoque una arcada, ni te inmutaste, tu seguías a lo tuyo… oí un si prolongado y tembloroso, era nuestro visitante que se masturbaba ahora tan enérgicamente que sus testículos subían y bajaban al compas de su mano, estaba alocado, era tan fuerte sus embates con la mano sobre su pene que había momentos que su mano cubría su glande al subir… yo sabía que estaba de nuevo preparado para otro orgasmo, el no apartaba la vista de tu boca que insaciable se introducía mi pene hasta tocar la garganta, tu saliva ya goteaba por mi escroto y la mano que sujetaba mi pene estaba empapada… yo solo sentía como te movías imparable, como me entregabas todo tu placer devolviéndomelo multiplicado… comencé a sentir las agudas sensaciones del clímax, ese instante en el que el cielo y la tierra son uno, pierdo la noción de todo, mi cuerpo se contrae y mis músculos se agarrotan como a la espera de hacer un esfuerzo sobrehumano, de lanzar mi cuerpo al vacio… mis rodillas tiemblan, te das cuenta de ello, me rodeas con las manos las caderas y te impulsas atrás y adelante con la fuerza de tus manos haciéndome moverme a mí también, el éxtasis es total, te agarro la cabeza e intento sacar mi pene de tu boca pero te niegas y empujas mas con tu manos en mis caderas… mi pene te penetra de nuevo hasta la garganta y mi glande la invade, otra arcada, esa contracción me destroza el último control que me quedaba y me dejo llevar por el clímax… mi cuerpo expulsa todo mi orgasmo en tu garganta y tu continuas impasible con tus movimientos pero lo hacías mas profundamente, lo querías todo para ti, no perder ni una gota, sentía como las palpitaciones de mi glande llenaban tu boca y me enloquecía con esa sensación, gemía de placer y de dolor provocado por el roce de tus dientes en mi pene pero no podía apartarme de ti… no me dejabas y seguías sorbiendo todo lo que de mi salía. Nuestro visitante de pie se masturbaba de un modo bestial, con su pene en horizontal, apuntando hacia nosotros, se estremecía, alocado entre jadeos y gemidos descontrolados volvía a tener otro orgasmo, esta vez sus fluidos volaron literalmente, movía su mano y sus caderas sin prestar atención a nada, si atisbo de vergüenza o compostura, sudaba copiosamente… había perdido la cabeza ante tu acto de sumisión para conmigo, el ver tu felación lo había desquiciado hasta el límite… cayó en la silla con la vista desenfocada y la respiración sin ritmo continuo… yo tuve que apoyar mis manos en tus hombros para tener un punto de apoyo al que aferrarme y no caer al suelo por la pérdida de control de mi cuerpo gracias al orgasmo que acababa de soportar, tu frenesí decayó poco a poco pero seguías con mi pene en tu boca, ahora lo sorbías como si fuera algo delicado y dulce, me provocabas de vez en cuando un espasmo al tocar mi glande con tu lengua y lentamente ibas dejándolo salir… lo besaste tiernamente un par de veces y me dejaste caer a tu lado en la cama…

Tu cara de satisfacción lo decía todo, me habías poseído completamente, en cuerpo y alma… y habías provocado la locura a otro hombre si ni siquiera tocarlo, habías jugado con su sexualidad y su mente a tu antojo… todo un logro, habías logrado un trió de dos componentes y solo tocando a uno de tres… todo un logro.

Uno de tres (1ª parte)

Estábamos a ese momento de nuestras vidas donde la locura necesitaba ser liberada y hacer algo diferente, provocador a todas luces. Ni lo hablamos, confiábamos ciegamente el uno en el otro.
Llegué a tu casa acompañado… en realidad era un desconocido para nosotros, un chico joven, antes de la treintena, con un físico normalito, nada llamativo, vestido en chándal negro de marca y camiseta, de mi misma estatura, no había mucho más que decir sobre él, se suponía que íbamos a disfrutar de un trió que ni preparamos y que surgió solo en uno de esos chats locos por los que pululábamos de tiempo en tiempo… necesitábamos una locura.
Abriste la puerta e ibas con esa bata de satén azul que me encantaba verte puesta, estabas provocativa al máximo, como siempre, lo habías cerrado haciendo coincidir ambos lados para que pasaran justo por el centro de tu torso, apretando tus grandes pechos dejando a su paso un más que generoso escote, sabias como provocar. Me miraste a los ojos para confirmar tu acierto… mis ojos clavados en tu pecho lo confirmaron. Sabía que bajo la bata llevarías, a lo sumo, un tanga o que irías desnuda, comodidad ante todo, nuestro visitante, te miraba entre incrédulo y lascivo. Os presenté aunque dio igual, él solo miraba tu pecho, ese escote había conseguido el efecto que buscabas, no solo llamaba la atención sino que ponía toda esa atención en ti… te encantaba sentirte deseada, irresistible.
La idea era simple, tener a alguien que se uniera a nuestros juegos en cualquier momento del acto, tener a un desconocido con quien desatar nuestra lujuria y que tuviera poca experiencia en estas lides… tu y yo ni hablamos, aquello iba a ser diferente, excitante y queríamos empezar sin más, nos dirigimos a la habitación.
Solo tuve que tirar del cordón que mantenía la bata en su sitio, al momento tus pechos despertaron a la luz que entraba por la ventana abierta de par en par. Se entreabrió mi boca de pura lujuria, note que mi lengua se empapo en saliva deseando extenderla por tu pecho… esos pezones erectos desafiaban la resistencia de cualquier hombre a negarse a ellos, me contuve, mire a nuestro visitante y vi como crecía el deseo en el, quería tocar esos pechos, te giraste para mostrarte a él en todo tu esplendor, parpadeó pero no se movió, su cara de asombro era indescriptible… se noto su inexperiencia, le dominaba la indecisión… lo invitaste a tocar pero no reacciono, aproveche y descaradamente me lanza a por tu pecho, lo bese, introduciendo el erecto pezón entre mis labios, tu estremecimiento fue palpable y comenzaste a desnudarme, acariciabas mi pecho con los ojos entornados por las sensaciones que te provocaba… Con cierta teatralidad deslizaste las manos por mi estomago camino de mis vaqueros, lentamente los fuiste desabrochando, botón a botón hasta que metiste las manos deslizándolas por mis caderas para separarlo de mi cuerpo, te sentaste en la cama, no me había fijado hasta ese momento, llevabas puesto el tanga negro de lycra que tan ajustado quedaba a tu cuerpo, se notaba la forma de tu sexo y ese brillo nacarado que había me decía que ya estabas preparada para todo lo que surgiera... la imagen de tus caderas me distrajeron de lo que hacías en ese momento, me vi desnudo ante ti, estabas acariciando la parte trasera de mis muslos, mis nalgas… mirabas directamente a mi pene, siempre te encantó ver como aumentaba de tamaño, indefenso latía a cada centímetro que aumentaba, solo te bastaba la mirada para provocarme un incendio de lujuria… miraste a nuestro visitante mientras me manoseabas indecentemente, notaste que mi miembro estaba en su apogeo de dureza y erección, dejaste caer lentamente la cabeza hacia el, sin dejar de mirar a aquel hombre que no salía de su asombro, se notaba, bajo su chándal el bulto delataba su excitación, sonreíste socarronamente y con ambas manos en mis glúteos clavaste tus uñas haciendo que me acercara mas a ti, recibiendo la punta de mi glande en tus labios entreabiertos. Mirabas intensamente al visitante, desafiándolo a que se acercara, solo dio dos pasos, suficientes para que viera claramente la capacidad de tu boca e introdujiste todo mi pene en ti, una proeza llevada a cabo por muy pocas personas… a nuestro visitante se le escapo un sonido de asombro, de deseo… comenzó a tocarse por encima del chándal y ante ese panorama quise provocarlo más, puse mis manos en tu cabeza entrelazando mis dedos en tu pelo, leíste mi mente, lo note y comencé a moverte arriba y abajo, te dejabas llevar sin resistencia alguna, tu saliva corría por mi pene erecto haciéndolo brillar… era un espectáculo, no te resististe y me ayudabas empujando mis nalgas haciendo que mi pene penetrara mas y mas en tu boca, tus ojos seguían clavados en el visitante provocándolo… supe lo que querías pero no te dejé, te puse las manos en los hombros y empujé para acostarte en la cama con las piernas apoyadas aun en el suelo, me miraste extrañada pero enseguida viste en mis ojos lo que pretendía, desde ese instante te transformaste en una muñeca sumisa e indefensa y manejada por mi antojo… Deslice mis manos por tu hirviente cuerpo, te estremecías al paso de mis manos, rodee tus pechos, mirando con descaro tus pezones que se elevaban al cielo, un tenue velo de sudor hacia brillar tu cuerpo dando la imagen de estar humeando. Humedecí mis labios, la lujuria ya me superaba, tenía que controlarme como fuera… lentamente iba acariciándote, rodeando tus pechos, haciendo pasar mis dedos por tu escote, continúe bajando por tu estomago hasta tus caderas, siempre perdí el control al ver tus caderas, voluptuosas, amplias y tan deseables que me enloquecían irremediablemente… me detuve e introduje mis manos bajo ese tanga negro, que ya gritaba que lo quitara para desvelar todo tu ser. Lo levante levemente y con solo la yema de mis dedos acaricie la piel que cubría, temblaste ostensiblemente al llegar a tu monte de Venus, te habías depilado y la piel tersa, suave y sensible vibraba bajo mis dedos, dejé que vagaran libremente por un rato haciendo que el placer agitara tu respiración aun mas, elevaste las caderas y aproveché el momento para agacharme y besar tu sexo con el tanga aun cubriéndolo, tu estremecimiento fue total, arqueaste la espalda para acercar tu sexo a mis labios, querías que lo hiciera, deseabas lujuriosamente que hundiera mi boca en tu sexo, lo necesitabas… y lo querías ya. Cerraste los puños arrastrando en tu ímpetu un poco de la colcha que cubría la cama, esa era la señal que me impulso a arrodillarme ante ti moviendo mis manos hacia abajo arrastrando el tanga por tus muslos que habías separado mas para mostrarme tu sexo en toda su amplitud y belleza. Gire mi cabeza para mirar a nuestro visitante, estaba sentado en la silla, se había bajado el chándal y se masturbaba lentamente mientras nos miraba con vicio, estaba extasiado con lo que veía, seguía el movimiento de mis manos que deslizaban el tanga por tus rodillas hasta llegar a tus tobillos, levantaste ambos pies  y saque el tanga, al notarte liberada separaste mas tus piernas mostrándonos un mundo de pasión, de excitación húmeda y palpitante, sonrosado y depilado, preparado para la satisfacción y la lujuria… el miraba descaradamente y su masturbación se acelero un momento. Sin pensarlo le lance el tanga que aun llevaba en la mano, cayó sobre su pene, que en el vaivén de su masturbación rodeo su pene… un espasmo de placer le recorrió el cuerpo y cerró los ojos, paró y recogió tu tanga llevándoselo a la cara, el no quería poseerte pero no pudo resistir la idea de conocer el olor de tu lujuria, el aroma de tu pasión y continuo con una masturbación salvaje y desenfrenada. Me alcé y le detuve la mano, mi atrevimiento lo éxito descomunalmente porque de su glande salieron algunas gotas de semen y palpitaba sin control, se contuvo como pudo… quería que no llegara al orgasmo antes de tiempo, le marque el ritmo con el que debía continuar.

Giraste la cabeza para ver que ocurría, vuestros ojos coincidieron y con la indolencia que tanto que caracterizaba agarraste tus pechos y los alzaste en toda su grandeza, comenzaste a acariciar tus pezones con la yema del  dedo gordo, lo estabas provocando mas… apretó mas fuerte su pene y se agito en la silla, no lo soportaba mas, tenía que explotar y así lo hizo, su eyaculación fue bestial, salpicándolo todo, su cara contraída de placer y lujuria era un poema, se agitaba descontrolado en la silla mientras seguía moviendo su mano descontrolada, era un volcán imparable, sus fluidos salían impulsados por el frenesí, su pene palpitaba visiblemente, su semen goteaba por entre sus dedos hasta llegar a sus testículos de donde caían al suelo gota a gota, su expresión de placer era inconfundible, sudaba copiosamente y su respiración era tan agitada que parecía que se asfixiaba por momentos, con ojos desorbitados no dejaban de mirar tus pechos… yo no dejé de recordar su inexperiencia, le pase un clínex con el que intento limpiar su sexo pero aun estaba demasiado sensible y al tocarse sintió un espasmo, allí lo dejé sentado… tu sonreías por tu triunfo.

jueves, 17 de octubre de 2013

Una experiencia más...

Una experiencia más, un acto compartido… un descubrimiento mutuo y provocado.
Me pediste silencio y acto seguido que desnudara mi cuerpo, no querías tocarme aun y te fuiste a la habitación dejándome solo, con mis pensamientos, en el salón mientras obedecía lentamente tu orden…
La noche antes te ofrecí mi sumisión total y absoluta, aceptaste el reto, puse en tus manos la libertad de hacer conmigo tu capricho o sueños inconfesables… querías conocer lo que era tener un juguete, tener un cuerpo al que dominar, controlar, manipular a tu antojo, al que hacerle todo aquello que fantaseabas en tus húmedos sueños en las solitarias noches que no compartíamos.
Me llamaste casi en un susurro, vestida aun con tu traje negro, te mire descaradamente pero no supe distinguir si llevabas ropa interior, la cama estaba despejada de obstáculos que pudieran entorpecer realizar tus pensamientos. Mi desnudez no me avergonzó, aun estaba muy relajado y no me importo que me vieras así… pero a ti, el verme así, te excito sumamente, no escondiste tu deseo, se marcaron tus pechos bajo tu ajustado traje negro, tu lengua humedeció descaradamente tu labio superior mientras tus ojos no se apartaban de mi sexo sin pudor y dejando alongar tu excitación en el brillo de tus pupilas.
Te acercaste lentamente dejando caer un tímido beso en mis labios… - Siéntate – ordenaste y obediente me deje caer en la cama, distes un paso más para hundir mi cara entre tus turgentes pechos, sentí como un suspiro de placer escapo de tus labios al sentir  el calor de mi piel y aspire con frenesí el fragante perfume natural de tu cuerpo manado de tus firmes senos, me rodeaste la cabeza con tus brazos y al instante sentí caer ante mis ojos la oscuridad más densa e intimidante que jamás sentí… era absoluta, casi solida… me habías cubierto los ojos con tu pañuelo de seda rojo que no dejaba resquicio por donde ver o que llegara algo de luz.
Cegado me recostaste lentamente en la cama, con delicadeza pero firmemente, te note segura, fuerte… Ya sentías tu dominación y enseguida vistes que mi sumisión seria total… tu voz sonó clara y directa – No te muevas, no digas nada - , desde ese momento el silencio se rompía por el sonido de los objetos que sacabas de algún cajón y dejabas a mi lado, mi nerviosismo y mi excitación aumentaban a partes iguales, el morbo de la duda de lo que me harías bullía en mi mente haciéndome imaginar de todo pero me deje llevar por el deseo, mi excitación fue a mas, era ya evidente, no pude controlar el aumento de tamaño de mi pene, intente pensar en otras cosas para bajar mi excitación pero no hubo manera… llegue a la excitación máxima sin quererlo, sin proponérmelo y tu respiración agitada me demostró que eso era lo que deseabas, lo que buscabas… querías sentirte dueña de mi, dominar mi cuerpo a tu antojo y provocarme el máximo placer solo con tu presencia… te sentías poderosa, imparable y atrevida.
De pronto note la inseguridad y la vulnerabilidad de mi situación, el silencio era notorio y mis ojos no podían ayudarme al estar tapados por tu pañuelo… sentí un cosquilleo que recorría mi cuerpo sin destino claro, me enfrentaba a lo desconocido, me tenias a tu merced y de pronto tus manos se posaron en mis muslo, me sobresalte pero me pudo el deseo y mi miembro se expandió más aun… comenzaste a acariciarme los muslos lentamente, note que habías mojado tus manos con algún liquido que formo un reguero que bajó por entre mis muslos excitándome mas,  un olor afrutado y fresco lleno la habitación, tus manos bajaron por mis piernas extendiendo el liquido por cada rincón, la suavidad de tus caricias casi me adormecieron y el sentirte tranquila me relajaba pero el movimiento de tus manos alteraba mi piel con cada movimiento. Sentía el calor que desprendías por la palma de tus manos y eso hacía que el cosquilleo de mi espalda se disparara hasta llegar a mi nuca al llegar a mis pies jugueteaste un momento con mis dedos y la planta de mis pies… de pronto llevaste una mano a mi cadera y desplazaste tu cuerpo haciéndome separar mis piernas para que de rodillas ocuparas ese espacio, sentí  el aliento que exhalo tu boca en mi pene y se erizaron todos los pelos de mi cuerpo… presentí lo que iba a ocurrir pero en tu frenesí dominante solo suspiraste sobre mi miembro y derramaste mas liquido por mi pecho y estomago, se disparo mi imaginación por el deseo y mi mente enseguida se centro en algo que no esperaba... En esa postura que estabas al estirar los brazos sentí en mis caderas como se posaban tus pechos, casi desee que  tus pezones erectos atravesaran mi piel, sentí como poco a poco iban aplastándose contra mi piel… lo sabías, leías en mi cara lo que sentía y levantaste levemente tu torso para solo dejar que tus pezones me tocaran y así, sin mas te moviste a los lados, me estabas acariciando con tus pechos y mi frenesí aumento, buscabas que mi pene quedara entre tus pechos y al conseguirlo, note tu satisfacción, cambiaste los movimientos a un subir y bajar rítmico y parsimonioso, con tus manos juntaste mas tu pechos para atrapar mi miembro entre ellos y así masturbarme con ellos, creí que mi locura estaba en su cenit pero me equivocaba… paraste en seco y sentí como sonreías y extendiste tus manos para seguir acariciando mi cuello dejándome notar tus largas uñas arañándome levemente, continuaste acariciándome por el pecho, llegando a mi estomago y bajo vientre… allí premeditadamente levantaste las manos pero dejaste que tus uñas siguieran en contacto con mi piel, arañando mi pubis imberbe evitando en todo momento tocar mi pene que ya coronaba en granate mi glande de la lujuria contenida y consiguiendo que mi espalda se arqueara de puro placer… me mordía los labios de puro éxtasis y mi boca reseca contenían una lengua que intentaba por todos los medios mantenerse húmeda sin conseguirlo… no lo soportaba mas, me podía el ansia de poseerte, de dominarte salvajemente y hacerte el amor como si fuera el último acto de mi vida… Te pusiste en pie, sabía que te deleitabas mirando mi excitación extrema, como poco a poco mi cuerpo se relajaba tras la tormenta de sensaciones que le habías hecho sentir, mirabas mis músculos tensos por tu culpa… disfrutabas de tu logro, manabas sensualidad, y agarraste mis tobillos e hiciste ademan de cruzarlos, con voz autoritaria ordenaste sin contemplaciones – Date la vuelta… Boca bajo, en silencio- ya obedecía automáticamente, me excitaba notarte así, me vi esclavizado y al mismo tiempo deseado.
Una vez más dejaste gotear ese liquido por mi espalda pero buscaste mis nalgas, lo note, sentí como dejabas caer liquido entre mis glúteos, querías asegurarte que se mojaran bien y acto seguido te sentaste sobre mis muslos, Dios, no tenias ropa interior y al separar tus piernas, tu sexo dejo caer unas gotas de su fluido que descaradamente me hizo saber que estabas tan excitada como yo, noté como tu sexo húmedo mojaba mis muslos, mi mente fue un caos de pasión, deseo, frenesí, ansiedad y quise tocar tus piernas pero lo impediste con un movimiento de tus manos… Ahora no querías acariciarme, querías que aumentaran mis sensaciones y con las uñas comenzaste a dibujar en mi espalda, con tus dedos extendías el liquido por toda ella y luego seguías acariciándome con las uñas hasta llegar a mis glúteos, te levantaste y dejaste caer a un lado tu cuerpo, con un dedo recorriste el hueco entre mis nalgas hasta llegar a mi escroto y lo hiciste subir más despacio aun, yo no controlaba mis caderas que poco a poco comenzaban a moverse y mis piernas a entre abrirse, estaba dispuesto a todo, a que poseyeras mi cuerpo a tu antojo, lo notaste porque acto seguido, con la yema del dedo extendiste el liquido que habías derramado, muy despacio buscabas tu objetivo, ya me lo habías comentado alguna vez, ¿qué siente un hombre al tocarle el ano?, querías tu respuesta y yo estaba dispuesto a dártela sin restricciones y me dejé hacer… en el fondo yo también quería esa respuesta, y en ese momento necesitaba sentir más, ansiaba placer, me moría por llegar al éxtasis… Continuaste acariciando entre mis muslos y cuando mis glúteos se relajaron fuiste a por mí ano, lo acariciabas lentamente y notaste enseguida que mi excitación aumentaba, nuevamente moví mis caderas arriba y abajo… mi respiración se disparo a un jadeo que secaba aun mas mi boca… mordí mi labio inferior al notar como apretabas tu dedo contra mi ano para iniciar la penetración pero solo querías eso… iniciarla, mi mente se quedo en blanco, la sensación fue brutal como inesperada, no me dolió, al contrario, sentí un placer absolutamente  distinto a lo que conocía hasta ese momento,  tu notaste enseguida mi reacción y volviste a apretar, no lo esperaba y ahí, sí que penetro más hondo aun, seguía sin dolerme y el placer aumento inexplicablemente , el movimiento involuntario de mi cadera hacia rozar mi pene contra la sabana y el placer fue bestial… lo viste claro y tu también movías tu dedo arriba y abajo… la locura invadió mi mente e imagine la situación desde fuera, tu sentada y mi cuerpo ante ti, moviendo la cadera y tú con tu dedo penetrándome.. Fue insoportable, casi llego al orgasmo sin más acto que lo que veía en mi imaginación… paré, casi me avergonzaba de lo que descubrí y no sabía que pensabas de esa situación no esperada, en mi imaginación te veía frenética, estabas disfrutando como si fueras tu a quien penetraban, tu boca estaba entre abierta y notaba el brillo de la saliva en tus labios… al parar poco a poco sacaste tu dedo y me volviste bocarriba con fuerza… y sin esperar a que mi espalda terminara de reposar en la cama introdujiste mi pene en tu boca, y comenzaste a moverte alocadamente, introduciendo cada vez más profundamente mi miembro en tu boca, estabas descontrolada, te pudo la lujuria… lo que acababas de vivir te había llevado a la locura y no querías dominarte… buscabas que llegara al orgasmo en tu boca, deseabas sentir el latido de mi pene en tu boca y casi lo consigues, te pare… no podía mas, necesitaba penetrarte… pero me detuviste mirándome a los ojos, tenias mi pene agarrado con una mano y un hilo de saliva unía mi miembro a tus labios… la imagen desato una tormenta de emociones en mi…  y no obedecí, mi fuerza fue más que suficiente para dominarte, te tumbe en la cama y levante tu traje sin quitártelo, un pecho salió de su alojamiento y su visión destrozo lo poco que quedaba de humano en mi, perdí el control, estaba loco de deseo, necesitaba poseerte  irremediable y animalmente, sin control alguno…
 – Hazlo… por favor, penétrame... atraviésame de parte a parte-  Me lo pediste con los ojos desorbitados y llenos de lujuria… Te penetre y vigorosamente comencé a moverme, no podía mas, no soportaba mas la necesidad de llegar al orgasmo y tu comenzaste a gemir, descontrolada movías tus caderas arriba y abajo para sentir mi pene más profundamente en tu interior, me agarraste los brazos empujándome hacia a ti… nuestros cuerpos no podían estar más juntos pero aun así la pasión nos obligaba a mas y comenzaste a llegar al orgasmo, los músculos de tu sexo se contraían tanto que los sentía  atrapar mi miembro como si fuera una mano, apretándolo con toda su fuerza y eso me hacía sentir más dolor y placer, los fluidos de tu sexo comenzaron a empapar mis testículos, a correr por entre mis muslos y mi cadera chapoteaba ya al unirse a la tuya en el ímpetu de la penetración… el paroxismo fue total… llegue al orgasmo junto a ti y no me detuve, tu notaste como mi pene latía en tu interior y te doblaste hasta que tus manos agarraron mi cintura para ayudarme a moverme con más fuerza en tu interior…  mi eyaculación fue total y máxima, se unieron nuestros fluidos desbordando la capacidad de tu vagina que salpicaba a cada penetración, nos íbamos llenando de placer, pasión y locura, sentía como salpicaban nuestros fluidos excitándome mas y mas y sintiendo esa humedad llenando nuestros cuerpos.
No pude más que dejarme caer sobre ti, me abrazaste con un brazo porque no podías ni moverte del placer que estabas sintiendo, los músculos de tu vagina aun se contraían sin control, y gemías, aunque más lentamente, no quería sacar mi pene porque la sensación de succión que ejercías era increíble y no deseaba salir de ti… sudábamos copiosamente pero sentía que de ese modo te deseaba mas y quería seguir pegado a tu piel… nos besamos y si mas palabras quitaste la venda de mis ojos, no quería abrirlos, deseaba mantener en negro el recuerdo más hermoso que habías provocado hasta ese momento en mi vida.


jueves, 3 de octubre de 2013

Para que mas??...

                Posé mi mano en tu muslo…

Así comenzó todo. Un sueño vivido de un modo tan real, tan brutal, como el despertar tras una pesadilla. De ese modo nos vimos la primera vez y nos descubrimos mutuamente, en una casa completamente a oscuras, en la que entré porque habías dejado la puerta abierta y sabiendo que me esperabas en aquella habitación iluminada solo por la trémula luz de la calle que pasaba a través de la persiana.
                Todo estaba oscuro, mis ojos se adaptaron a esa falta casi total de luz, logré atisbar tu figura tumbada en la amplia cama, intuí el perfil de tu cuerpo y tu piel tan clara contrastaba con el negro de tu ropa interior, que aun ocultaba toda tu feminidad. Mi mente luchaba por recordar tu voz, su tono o tu nombre que, hasta ese momento, era lo único que conocía de ti, el miedo comenzó a inundar mi cuerpo, la adrenalina fluía libre, acelerando mi corazón, ya loco por la situación que estaba experimentando y un cosquilleo, más que intenso, me recorrió la espalda haciéndome consciente del momento.
                Ni un hola, ningún sonido salió de nuestras gargantas, tú me mirabas oculta por la oscuridad  y sentí que recorrías con los ojos mi cuerpo… lo supe al momento, no sé si por inspiración o me lo pediste con el pensamiento pero comencé a desnudarme, lenta y pausadamente, sabía que no veías nada, solo podías intuirlo, pero la excitación ya me inundaba, mi  ser reacciono a la brisa fresca que entro por la ventana erizándome la piel pero no consiguiendo apaciguar el calor que me invadía por momentos, deje caer mi ropa a un lado y me senté en el poco espacio que dejaste entre tu cuerpo y el borde de la cama… ahí me di cuenta de que me sentía tan desnudo ante ti, que mi alma no podría negarte la respuesta a cualquier pregunta, que quería que me conocieras tal cual, sin largas explicaciones y sin rodeos, la desnudez de mi cuerpo no era nada comparado con la calma que me invadía, la paz que sentí y la seguridad que me dabas allí tumbada sin pronunciar palabra, el respeto que mutuamente nos dimos mientras hablábamos en otros momentos del pasado, desapareció  y note tu deseo descontrolado por tenerme…
Posé mi mano en tu muslo… noté como te estremeciste, sin esconderlo o intentar ocultarlo, querías que supiera que la pasión te podía, me dejaste claro que querías que mi mano recorriera tu cuerpo sin vacilar, sin dudarlo un solo instante y me deje llevar, deslizando mi mano lentamente hasta que note la suavidad de la media que cubría tu pierna, al momento mi erección fue más que evidente, la notaste enseguida y dejaste caer tu mano derecha suavemente entre mis piernas, hasta que tus dedos tocaron mi sexo y sentiste como ese toque lo hacía latir como si tuviera vida propia pero no quisiste ir más allá, solo la yema de tus dedos rozaban mi miembro erecto y logre ver levemente como una sonrisa satisfacción se dibujaba en tu boca. Me estremecí, controlando mi deseo por ti, pero continúe dejando deslizar mi mano por tu pierna hasta tu pie para luego dejarla bajar para introducir mi mano entre tu pierna y la sabana de satén rojo que cubría la cama y comencé a recorrer el camino contrario hacia arriba, apretando de vez en cuando para sentir la dureza de tus músculos y hacerte más evidente por donde iba, llegue a tu muslo nuevamente y ahí deje mi vergüenza a un lado y pose toda mi mano en su extensión y continúe subiendo hasta llegar casi a tu nalga, mi muñeca toco levemente tu sexo y todo tu cuerpo se encogió, note el calor que desprendía, la humedad que mojaba tu ropa interior. Te dejaste llevar, perdiste todo miedo, y descaradamente te moviste para pegar tu sexo a mi brazo, lo deslizaste arriba y abajo un par de veces para dejarme claro que tanta excitación la provocaba yo y querías entregarte a mí.
En aquella oscuridad, las dudas que quedaban aun podían hacernos parar pero el deseo, la pasión y el morbo del momento se impusieron, casi no podíamos vernos pero nos podía el instinto animal de posesión, de tomar, incluso por la fuerza lo que anhelábamos,  nos podía las ganas de sentir y darnos placer aun sin ni siquiera saber quiénes o como éramos… La pasión aumentaba por momentos hasta desbordarnos y llevarnos al paroxismo de un modo animal, irracional donde solo cabía la entrega más sumisa o la irreverente esclavitud de los sentidos.
Mi mano, imparable, subió desde la nalga hasta tu sexo tocando las braguitas completamente mojadas, la seda de la que estaba hecha no lograba contener  tanta excitación y deje que mis dedos fueran dibujando las formas que conforman tu órgano hasta hallar el punto más sensible de tu cuerpo, que con movimientos claros me indicaban el camino a seguir. Comenzaste a mover la mano que tenias entre mis piernas, también tenias necesidad de mi, de sentirme cerca y poco a poco palpaste mi miembro con tus dedos, necesitabas conocer la dureza de mi erección, lo rodeaste por completo con tu mano y en un movimiento quisiste saber cómo era en toda su extensión… tu satisfacción fue completa al ver como respondía mi cuerpo a tu tacto, comenzamos a masturbarnos lentamente y sincrónicamente fuimos adaptando los movimientos de nuestras manos, aun con los ojos cerrados sentí como tus facciones denotaban incontroladamente el placer que te llenaba… aumentaba tu necesidad de sentir más, sentirme cerca, apretaste mi miembro como si alguien quisieran arrebatártelo y te dejaste llevar moviendo con más firmeza y brío la mano para forzar mas mi erección, para llevarme al éxtasis. Tus muslos se cerraron sobre mi mano, aprontándola contra ti, haciéndome imposible cualquier movimiento, tus movimientos espasmódicos me gritaron que habías llegado al final tan deseado, al orgasmo, se te acabo el aparentar y comenzaste a gemir intentando no abrir la boca pero tu cuerpo ya no te pertenecía y descontrolado se giro hacia a mí, en un movimiento casi mecánico doblaste tu espalda y te acercaste con la boca entreabierta a mi sexo, que ya latía en tu mano casi a punto, lo introdujiste casi al completo sin darme opción a nada, sentí tus labios apretar, tu saliva comenzó a resbalar y en un segundo vi como desaparecía el mundo ante mí, me sentía morir a cada vaivén de tu cabeza y no pude aguantar más, te avise de lo inminente de mi orgasmo y rodeaste con tus brazos mi cintura para que no pudiera separarme de ti, clavaste tus uñas en mi espalda e hiciste fuerza para introducirla más profundamente y explote, descontrolado no pude mas que rendirme a la pasión… al deseo de llenarte hasta la saciedad y tu seguías moviéndote, exigiendo mas, devorándolo todo y sin piedad, no tuviste compasión de mi cuerpo que se retorcía de placer pero no me permitías escapar… querías mas, lo querías todo de mi.
Me empujaste en la cama y sin una palabra desplazaste tus braguitas a un lado e introdujiste mi sexo hasta lo más hondo del tuyo, note como resbalaba por mi escroto el liquido que manaba de tu sexo cálido, apretaste tu cuerpo contra el mío hasta que sentiste la resistencia de la cama, hasta que mi glande toco el profundo rincón de tu vagina y sin vergüenza alguna iniciaste el movimiento mas incontrolado que había experimentado jamás, tus caderas parecían tener vida propia, gemías como loca, apretabas tus manos contra mi pecho casi dejándome sin respiración y mis manos se aferraron a tus caderas para no dejarte parar, para ayudarte a empujar mas y hacer mas profunda la penetración si cabía…
En aquel momento sin tiempo vi lo irracional de ese instante, necesite besarte, necesite sentir el sabor del sudor que bañaba tu cuerpo, hice fuerza con el tronco de mi cuerpo para sentarme pero con el cuidado suficiente para no dejar de seguir penetrándote, tu seguías rítmicamente con el movimiento de tus caderas y me rodeaste con los brazos para darme un punto apoyo y conseguir pegar tu pecho al mío, piel con piel. Todo dejo de tener sentido, no existía nada fuera del placer que nos estábamos dando, dos cuerpos sin control, sin miramientos, sin prejuicios… no había aquí o ahora, solo tú y yo.
Solo dos cuerpos en un constante y perpetuo movimiento, piernas entrelazadas, cuerpos empapados en sudor provocado por el calor de la tormenta de sensaciones que nos invadía, nos entregamos el uno al otro como si nos perteneciéramos, no notamos el cansino paso del tiempo, nos dio igual empaparnos el uno del otro orgasmo tras orgasmo… solo deseo, pasión, instinto… solo placer animal. ¿Para qué mas?, solo era el comienzo… el comienzo de un camino del que no quiero ver el final.