Posé mi
mano en tu muslo…
Así comenzó todo. Un sueño vivido
de un modo tan real, tan brutal, como el despertar tras una pesadilla. De ese
modo nos vimos la primera vez y nos descubrimos mutuamente, en una casa
completamente a oscuras, en la que entré porque habías dejado la puerta abierta
y sabiendo que me esperabas en aquella habitación iluminada solo por la trémula
luz de la calle que pasaba a través de la persiana.
Todo
estaba oscuro, mis ojos se adaptaron a esa falta casi total de luz, logré atisbar
tu figura tumbada en la amplia cama, intuí el perfil de tu cuerpo y tu piel tan
clara contrastaba con el negro de tu ropa interior, que aun ocultaba toda tu
feminidad. Mi mente luchaba por recordar tu voz, su tono o tu nombre que, hasta
ese momento, era lo único que conocía de ti, el miedo comenzó a inundar mi
cuerpo, la adrenalina fluía libre, acelerando mi corazón, ya loco por la
situación que estaba experimentando y un cosquilleo, más que intenso, me
recorrió la espalda haciéndome consciente del momento.
Ni un
hola, ningún sonido salió de nuestras gargantas, tú me mirabas oculta por la oscuridad
y sentí que recorrías con los ojos mi
cuerpo… lo supe al momento, no sé si por inspiración o me lo pediste con el
pensamiento pero comencé a desnudarme, lenta y pausadamente, sabía que no veías
nada, solo podías intuirlo, pero la excitación ya me inundaba, mi ser reacciono a la brisa fresca que entro por
la ventana erizándome la piel pero no consiguiendo apaciguar el calor que me
invadía por momentos, deje caer mi ropa a un lado y me senté en el poco espacio
que dejaste entre tu cuerpo y el borde de la cama… ahí me di cuenta de que me
sentía tan desnudo ante ti, que mi alma no podría negarte la respuesta a
cualquier pregunta, que quería que me conocieras tal cual, sin largas
explicaciones y sin rodeos, la desnudez de mi cuerpo no era nada comparado con
la calma que me invadía, la paz que sentí y la seguridad que me dabas allí
tumbada sin pronunciar palabra, el respeto que mutuamente nos dimos mientras
hablábamos en otros momentos del pasado, desapareció y note tu deseo descontrolado por tenerme…
Posé mi mano en tu muslo… noté
como te estremeciste, sin esconderlo o intentar ocultarlo, querías que supiera
que la pasión te podía, me dejaste claro que querías que mi mano recorriera tu
cuerpo sin vacilar, sin dudarlo un solo instante y me deje llevar, deslizando
mi mano lentamente hasta que note la suavidad de la media que cubría tu pierna,
al momento mi erección fue más que evidente, la notaste enseguida y dejaste
caer tu mano derecha suavemente entre mis piernas, hasta que tus dedos tocaron
mi sexo y sentiste como ese toque lo hacía latir como si tuviera vida propia
pero no quisiste ir más allá, solo la yema de tus dedos rozaban mi miembro
erecto y logre ver levemente como una sonrisa satisfacción se dibujaba en tu
boca. Me estremecí, controlando mi deseo por ti, pero continúe dejando deslizar
mi mano por tu pierna hasta tu pie para luego dejarla bajar para introducir mi
mano entre tu pierna y la sabana de satén rojo que cubría la cama y comencé a
recorrer el camino contrario hacia arriba, apretando de vez en cuando para
sentir la dureza de tus músculos y hacerte más evidente por donde iba, llegue a
tu muslo nuevamente y ahí deje mi vergüenza a un lado y pose toda mi mano en su
extensión y continúe subiendo hasta llegar casi a tu nalga, mi muñeca toco
levemente tu sexo y todo tu cuerpo se encogió, note el calor que desprendía, la
humedad que mojaba tu ropa interior. Te dejaste llevar, perdiste todo miedo, y
descaradamente te moviste para pegar tu sexo a mi brazo, lo deslizaste arriba y
abajo un par de veces para dejarme claro que tanta excitación la provocaba yo y
querías entregarte a mí.
En aquella oscuridad, las dudas
que quedaban aun podían hacernos parar pero el deseo, la pasión y el morbo del
momento se impusieron, casi no podíamos vernos pero nos podía el instinto
animal de posesión, de tomar, incluso por la fuerza lo que anhelábamos, nos podía las ganas de sentir y darnos placer
aun sin ni siquiera saber quiénes o como éramos… La pasión aumentaba por
momentos hasta desbordarnos y llevarnos al paroxismo de un modo animal,
irracional donde solo cabía la entrega más sumisa o la irreverente esclavitud
de los sentidos.
Mi mano, imparable, subió desde
la nalga hasta tu sexo tocando las braguitas completamente mojadas, la seda de
la que estaba hecha no lograba contener
tanta excitación y deje que mis dedos fueran dibujando las formas que
conforman tu órgano hasta hallar el punto más sensible de tu cuerpo, que con
movimientos claros me indicaban el camino a seguir. Comenzaste a mover la mano
que tenias entre mis piernas, también tenias necesidad de mi, de sentirme cerca
y poco a poco palpaste mi miembro con tus dedos, necesitabas conocer la dureza
de mi erección, lo rodeaste por completo con tu mano y en un movimiento quisiste
saber cómo era en toda su extensión… tu satisfacción fue completa al ver como respondía
mi cuerpo a tu tacto, comenzamos a masturbarnos lentamente y sincrónicamente
fuimos adaptando los movimientos de nuestras manos, aun con los ojos cerrados sentí
como tus facciones denotaban incontroladamente el placer que te llenaba…
aumentaba tu necesidad de sentir más, sentirme cerca, apretaste mi miembro como
si alguien quisieran arrebatártelo y te dejaste llevar moviendo con más firmeza
y brío la mano para forzar mas mi erección, para llevarme al éxtasis. Tus
muslos se cerraron sobre mi mano, aprontándola contra ti, haciéndome imposible
cualquier movimiento, tus movimientos espasmódicos me gritaron que habías
llegado al final tan deseado, al orgasmo, se te acabo el aparentar y comenzaste
a gemir intentando no abrir la boca pero tu cuerpo ya no te pertenecía y descontrolado
se giro hacia a mí, en un movimiento casi mecánico doblaste tu espalda y te
acercaste con la boca entreabierta a mi sexo, que ya latía en tu mano casi a
punto, lo introdujiste casi al completo sin darme opción a nada, sentí tus
labios apretar, tu saliva comenzó a resbalar y en un segundo vi como desaparecía
el mundo ante mí, me sentía morir a cada vaivén de tu cabeza y no pude aguantar
más, te avise de lo inminente de mi orgasmo y rodeaste con tus brazos mi
cintura para que no pudiera separarme de ti, clavaste tus uñas en mi espalda e
hiciste fuerza para introducirla más profundamente y explote, descontrolado
no pude mas que rendirme a la pasión… al deseo de llenarte hasta la saciedad y
tu seguías moviéndote, exigiendo mas, devorándolo todo y sin piedad, no tuviste
compasión de mi cuerpo que se retorcía de placer pero no me permitías escapar…
querías mas, lo querías todo de mi.
Me empujaste en la cama y sin una
palabra desplazaste tus braguitas a un lado e introdujiste mi sexo hasta lo más
hondo del tuyo, note como resbalaba por mi escroto el liquido que manaba de tu
sexo cálido, apretaste tu cuerpo contra el mío hasta que sentiste la
resistencia de la cama, hasta que mi glande toco el profundo rincón de tu
vagina y sin vergüenza alguna iniciaste el movimiento mas incontrolado que
había experimentado jamás, tus caderas parecían tener vida propia, gemías como
loca, apretabas tus manos contra mi pecho casi dejándome sin respiración y mis
manos se aferraron a tus caderas para no dejarte parar, para ayudarte a empujar
mas y hacer mas profunda la penetración si cabía…
En aquel momento sin tiempo vi lo
irracional de ese instante, necesite besarte, necesite sentir el sabor del
sudor que bañaba tu cuerpo, hice fuerza con el tronco de mi cuerpo para sentarme
pero con el cuidado suficiente para no dejar de seguir penetrándote, tu seguías
rítmicamente con el movimiento de tus caderas y me rodeaste con los brazos para
darme un punto apoyo y conseguir pegar tu pecho al mío, piel con piel. Todo
dejo de tener sentido, no existía nada fuera del placer que nos estábamos
dando, dos cuerpos sin control, sin miramientos, sin prejuicios… no había aquí
o ahora, solo tú y yo.
Solo dos cuerpos en un constante
y perpetuo movimiento, piernas entrelazadas, cuerpos empapados en sudor
provocado por el calor de la tormenta de sensaciones que nos invadía, nos
entregamos el uno al otro como si nos perteneciéramos, no notamos el cansino
paso del tiempo, nos dio igual empaparnos el uno del otro orgasmo tras orgasmo…
solo deseo, pasión, instinto… solo placer animal. ¿Para qué mas?, solo era el
comienzo… el comienzo de un camino del que no quiero ver el final.
No tengo palabras, solo quiero sentir lo que está escrito.
ResponderEliminar