Estábamos a ese momento de
nuestras vidas donde la locura necesitaba ser liberada y hacer algo diferente,
provocador a todas luces. Ni lo hablamos, confiábamos ciegamente el uno en el
otro.
Llegué a tu casa acompañado… en
realidad era un desconocido para nosotros, un chico joven, antes de la
treintena, con un físico normalito, nada llamativo, vestido en chándal negro de
marca y camiseta, de mi misma estatura, no había mucho más que decir sobre él,
se suponía que íbamos a disfrutar de un trió que ni preparamos y que surgió
solo en uno de esos chats locos por los que pululábamos de tiempo en tiempo…
necesitábamos una locura.
Abriste la puerta e ibas con esa
bata de satén azul que me encantaba verte puesta, estabas provocativa al
máximo, como siempre, lo habías cerrado haciendo coincidir ambos lados para que
pasaran justo por el centro de tu torso, apretando tus grandes pechos dejando a
su paso un más que generoso escote, sabias como provocar. Me miraste a los ojos
para confirmar tu acierto… mis ojos clavados en tu pecho lo confirmaron. Sabía
que bajo la bata llevarías, a lo sumo, un tanga o que irías desnuda, comodidad
ante todo, nuestro visitante, te miraba entre incrédulo y lascivo. Os presenté
aunque dio igual, él solo miraba tu pecho, ese escote había conseguido el
efecto que buscabas, no solo llamaba la atención sino que ponía toda esa
atención en ti… te encantaba sentirte deseada, irresistible.
La idea era simple, tener a
alguien que se uniera a nuestros juegos en cualquier momento del acto, tener a
un desconocido con quien desatar nuestra lujuria y que tuviera poca experiencia
en estas lides… tu y yo ni hablamos, aquello iba a ser diferente, excitante y
queríamos empezar sin más, nos dirigimos a la habitación.
Solo tuve que tirar del cordón
que mantenía la bata en su sitio, al momento tus pechos despertaron a la luz
que entraba por la ventana abierta de par en par. Se entreabrió mi boca de pura
lujuria, note que mi lengua se empapo en saliva deseando extenderla por tu
pecho… esos pezones erectos desafiaban la resistencia de cualquier hombre a
negarse a ellos, me contuve, mire a nuestro visitante y vi como crecía el deseo
en el, quería tocar esos pechos, te giraste para mostrarte a él en todo tu
esplendor, parpadeó pero no se movió, su cara de asombro era indescriptible… se
noto su inexperiencia, le dominaba la indecisión… lo invitaste a tocar pero no
reacciono, aproveche y descaradamente me lanza a por tu pecho, lo bese, introduciendo
el erecto pezón entre mis labios, tu estremecimiento fue palpable y comenzaste
a desnudarme, acariciabas mi pecho con los ojos entornados por las sensaciones
que te provocaba… Con cierta teatralidad deslizaste las manos por mi estomago
camino de mis vaqueros, lentamente los fuiste desabrochando, botón a botón
hasta que metiste las manos deslizándolas por mis caderas para separarlo de mi
cuerpo, te sentaste en la cama, no me había fijado hasta ese momento, llevabas
puesto el tanga negro de lycra que tan ajustado quedaba a tu cuerpo, se notaba
la forma de tu sexo y ese brillo nacarado que había me decía que ya estabas
preparada para todo lo que surgiera... la imagen de tus caderas me distrajeron
de lo que hacías en ese momento, me vi desnudo ante ti, estabas acariciando la
parte trasera de mis muslos, mis nalgas… mirabas directamente a mi pene,
siempre te encantó ver como aumentaba de tamaño, indefenso latía a cada
centímetro que aumentaba, solo te bastaba la mirada para provocarme un incendio
de lujuria… miraste a nuestro visitante mientras me manoseabas indecentemente,
notaste que mi miembro estaba en su apogeo de dureza y erección, dejaste caer
lentamente la cabeza hacia el, sin dejar de mirar a aquel hombre que no salía
de su asombro, se notaba, bajo su chándal el bulto delataba su excitación,
sonreíste socarronamente y con ambas manos en mis glúteos clavaste tus uñas
haciendo que me acercara mas a ti, recibiendo la punta de mi glande en tus
labios entreabiertos. Mirabas intensamente al visitante, desafiándolo a que se
acercara, solo dio dos pasos, suficientes para que viera claramente la
capacidad de tu boca e introdujiste todo mi pene en ti, una proeza llevada a
cabo por muy pocas personas… a nuestro visitante se le escapo un sonido de
asombro, de deseo… comenzó a tocarse por encima del chándal y ante ese panorama
quise provocarlo más, puse mis manos en tu cabeza entrelazando mis dedos en tu
pelo, leíste mi mente, lo note y comencé a moverte arriba y abajo, te dejabas
llevar sin resistencia alguna, tu saliva corría por mi pene erecto haciéndolo
brillar… era un espectáculo, no te resististe y me ayudabas empujando mis
nalgas haciendo que mi pene penetrara mas y mas en tu boca, tus ojos seguían
clavados en el visitante provocándolo… supe lo que querías pero no te dejé, te
puse las manos en los hombros y empujé para acostarte en la cama con las
piernas apoyadas aun en el suelo, me miraste extrañada pero enseguida viste en
mis ojos lo que pretendía, desde ese instante te transformaste en una muñeca
sumisa e indefensa y manejada por mi antojo… Deslice mis manos por tu hirviente
cuerpo, te estremecías al paso de mis manos, rodee tus pechos, mirando con
descaro tus pezones que se elevaban al cielo, un tenue velo de sudor hacia
brillar tu cuerpo dando la imagen de estar humeando. Humedecí mis labios, la
lujuria ya me superaba, tenía que controlarme como fuera… lentamente iba
acariciándote, rodeando tus pechos, haciendo pasar mis dedos por tu escote, continúe
bajando por tu estomago hasta tus caderas, siempre perdí el control al ver tus
caderas, voluptuosas, amplias y tan deseables que me enloquecían
irremediablemente… me detuve e introduje mis manos bajo ese tanga negro, que ya
gritaba que lo quitara para desvelar todo tu ser. Lo levante levemente y con
solo la yema de mis dedos acaricie la piel que cubría, temblaste
ostensiblemente al llegar a tu monte de Venus, te habías depilado y la piel
tersa, suave y sensible vibraba bajo mis dedos, dejé que vagaran libremente por
un rato haciendo que el placer agitara tu respiración aun mas, elevaste las
caderas y aproveché el momento para agacharme y besar tu sexo con el tanga aun
cubriéndolo, tu estremecimiento fue total, arqueaste la espalda para acercar tu
sexo a mis labios, querías que lo hiciera, deseabas lujuriosamente que hundiera
mi boca en tu sexo, lo necesitabas… y lo querías ya. Cerraste los puños
arrastrando en tu ímpetu un poco de la colcha que cubría la cama, esa era la
señal que me impulso a arrodillarme ante ti moviendo mis manos hacia abajo
arrastrando el tanga por tus muslos que habías separado mas para mostrarme tu
sexo en toda su amplitud y belleza. Gire mi cabeza para mirar a nuestro
visitante, estaba sentado en la silla, se había bajado el chándal y se
masturbaba lentamente mientras nos miraba con vicio, estaba extasiado con lo
que veía, seguía el movimiento de mis manos que deslizaban el tanga por tus
rodillas hasta llegar a tus tobillos, levantaste ambos pies y saque el tanga, al notarte liberada
separaste mas tus piernas mostrándonos un mundo de pasión, de excitación húmeda
y palpitante, sonrosado y depilado, preparado para la satisfacción y la
lujuria… el miraba descaradamente y su masturbación se acelero un momento. Sin
pensarlo le lance el tanga que aun llevaba en la mano, cayó sobre su pene, que
en el vaivén de su masturbación rodeo su pene… un espasmo de placer le recorrió
el cuerpo y cerró los ojos, paró y recogió tu tanga llevándoselo a la cara, el
no quería poseerte pero no pudo resistir la idea de conocer el olor de tu
lujuria, el aroma de tu pasión y continuo con una masturbación salvaje y
desenfrenada. Me alcé y le detuve la mano, mi atrevimiento lo éxito
descomunalmente porque de su glande salieron algunas gotas de semen y palpitaba
sin control, se contuvo como pudo… quería que no llegara al orgasmo antes de
tiempo, le marque el ritmo con el que debía continuar.
Giraste la cabeza para ver que
ocurría, vuestros ojos coincidieron y con la indolencia que tanto que
caracterizaba agarraste tus pechos y los alzaste en toda su grandeza,
comenzaste a acariciar tus pezones con la yema del dedo gordo, lo estabas provocando mas… apretó
mas fuerte su pene y se agito en la silla, no lo soportaba mas, tenía que
explotar y así lo hizo, su eyaculación fue bestial, salpicándolo todo, su cara
contraída de placer y lujuria era un poema, se agitaba descontrolado en la
silla mientras seguía moviendo su mano descontrolada, era un volcán imparable,
sus fluidos salían impulsados por el frenesí, su pene palpitaba visiblemente,
su semen goteaba por entre sus dedos hasta llegar a sus testículos de donde
caían al suelo gota a gota, su expresión de placer era inconfundible, sudaba
copiosamente y su respiración era tan agitada que parecía que se asfixiaba por
momentos, con ojos desorbitados no dejaban de mirar tus pechos… yo no dejé de
recordar su inexperiencia, le pase un clínex con el que intento limpiar su sexo
pero aun estaba demasiado sensible y al tocarse sintió un espasmo, allí lo dejé
sentado… tu sonreías por tu triunfo.
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