martes, 22 de octubre de 2013

Uno de tres (1ª parte)

Estábamos a ese momento de nuestras vidas donde la locura necesitaba ser liberada y hacer algo diferente, provocador a todas luces. Ni lo hablamos, confiábamos ciegamente el uno en el otro.
Llegué a tu casa acompañado… en realidad era un desconocido para nosotros, un chico joven, antes de la treintena, con un físico normalito, nada llamativo, vestido en chándal negro de marca y camiseta, de mi misma estatura, no había mucho más que decir sobre él, se suponía que íbamos a disfrutar de un trió que ni preparamos y que surgió solo en uno de esos chats locos por los que pululábamos de tiempo en tiempo… necesitábamos una locura.
Abriste la puerta e ibas con esa bata de satén azul que me encantaba verte puesta, estabas provocativa al máximo, como siempre, lo habías cerrado haciendo coincidir ambos lados para que pasaran justo por el centro de tu torso, apretando tus grandes pechos dejando a su paso un más que generoso escote, sabias como provocar. Me miraste a los ojos para confirmar tu acierto… mis ojos clavados en tu pecho lo confirmaron. Sabía que bajo la bata llevarías, a lo sumo, un tanga o que irías desnuda, comodidad ante todo, nuestro visitante, te miraba entre incrédulo y lascivo. Os presenté aunque dio igual, él solo miraba tu pecho, ese escote había conseguido el efecto que buscabas, no solo llamaba la atención sino que ponía toda esa atención en ti… te encantaba sentirte deseada, irresistible.
La idea era simple, tener a alguien que se uniera a nuestros juegos en cualquier momento del acto, tener a un desconocido con quien desatar nuestra lujuria y que tuviera poca experiencia en estas lides… tu y yo ni hablamos, aquello iba a ser diferente, excitante y queríamos empezar sin más, nos dirigimos a la habitación.
Solo tuve que tirar del cordón que mantenía la bata en su sitio, al momento tus pechos despertaron a la luz que entraba por la ventana abierta de par en par. Se entreabrió mi boca de pura lujuria, note que mi lengua se empapo en saliva deseando extenderla por tu pecho… esos pezones erectos desafiaban la resistencia de cualquier hombre a negarse a ellos, me contuve, mire a nuestro visitante y vi como crecía el deseo en el, quería tocar esos pechos, te giraste para mostrarte a él en todo tu esplendor, parpadeó pero no se movió, su cara de asombro era indescriptible… se noto su inexperiencia, le dominaba la indecisión… lo invitaste a tocar pero no reacciono, aproveche y descaradamente me lanza a por tu pecho, lo bese, introduciendo el erecto pezón entre mis labios, tu estremecimiento fue palpable y comenzaste a desnudarme, acariciabas mi pecho con los ojos entornados por las sensaciones que te provocaba… Con cierta teatralidad deslizaste las manos por mi estomago camino de mis vaqueros, lentamente los fuiste desabrochando, botón a botón hasta que metiste las manos deslizándolas por mis caderas para separarlo de mi cuerpo, te sentaste en la cama, no me había fijado hasta ese momento, llevabas puesto el tanga negro de lycra que tan ajustado quedaba a tu cuerpo, se notaba la forma de tu sexo y ese brillo nacarado que había me decía que ya estabas preparada para todo lo que surgiera... la imagen de tus caderas me distrajeron de lo que hacías en ese momento, me vi desnudo ante ti, estabas acariciando la parte trasera de mis muslos, mis nalgas… mirabas directamente a mi pene, siempre te encantó ver como aumentaba de tamaño, indefenso latía a cada centímetro que aumentaba, solo te bastaba la mirada para provocarme un incendio de lujuria… miraste a nuestro visitante mientras me manoseabas indecentemente, notaste que mi miembro estaba en su apogeo de dureza y erección, dejaste caer lentamente la cabeza hacia el, sin dejar de mirar a aquel hombre que no salía de su asombro, se notaba, bajo su chándal el bulto delataba su excitación, sonreíste socarronamente y con ambas manos en mis glúteos clavaste tus uñas haciendo que me acercara mas a ti, recibiendo la punta de mi glande en tus labios entreabiertos. Mirabas intensamente al visitante, desafiándolo a que se acercara, solo dio dos pasos, suficientes para que viera claramente la capacidad de tu boca e introdujiste todo mi pene en ti, una proeza llevada a cabo por muy pocas personas… a nuestro visitante se le escapo un sonido de asombro, de deseo… comenzó a tocarse por encima del chándal y ante ese panorama quise provocarlo más, puse mis manos en tu cabeza entrelazando mis dedos en tu pelo, leíste mi mente, lo note y comencé a moverte arriba y abajo, te dejabas llevar sin resistencia alguna, tu saliva corría por mi pene erecto haciéndolo brillar… era un espectáculo, no te resististe y me ayudabas empujando mis nalgas haciendo que mi pene penetrara mas y mas en tu boca, tus ojos seguían clavados en el visitante provocándolo… supe lo que querías pero no te dejé, te puse las manos en los hombros y empujé para acostarte en la cama con las piernas apoyadas aun en el suelo, me miraste extrañada pero enseguida viste en mis ojos lo que pretendía, desde ese instante te transformaste en una muñeca sumisa e indefensa y manejada por mi antojo… Deslice mis manos por tu hirviente cuerpo, te estremecías al paso de mis manos, rodee tus pechos, mirando con descaro tus pezones que se elevaban al cielo, un tenue velo de sudor hacia brillar tu cuerpo dando la imagen de estar humeando. Humedecí mis labios, la lujuria ya me superaba, tenía que controlarme como fuera… lentamente iba acariciándote, rodeando tus pechos, haciendo pasar mis dedos por tu escote, continúe bajando por tu estomago hasta tus caderas, siempre perdí el control al ver tus caderas, voluptuosas, amplias y tan deseables que me enloquecían irremediablemente… me detuve e introduje mis manos bajo ese tanga negro, que ya gritaba que lo quitara para desvelar todo tu ser. Lo levante levemente y con solo la yema de mis dedos acaricie la piel que cubría, temblaste ostensiblemente al llegar a tu monte de Venus, te habías depilado y la piel tersa, suave y sensible vibraba bajo mis dedos, dejé que vagaran libremente por un rato haciendo que el placer agitara tu respiración aun mas, elevaste las caderas y aproveché el momento para agacharme y besar tu sexo con el tanga aun cubriéndolo, tu estremecimiento fue total, arqueaste la espalda para acercar tu sexo a mis labios, querías que lo hiciera, deseabas lujuriosamente que hundiera mi boca en tu sexo, lo necesitabas… y lo querías ya. Cerraste los puños arrastrando en tu ímpetu un poco de la colcha que cubría la cama, esa era la señal que me impulso a arrodillarme ante ti moviendo mis manos hacia abajo arrastrando el tanga por tus muslos que habías separado mas para mostrarme tu sexo en toda su amplitud y belleza. Gire mi cabeza para mirar a nuestro visitante, estaba sentado en la silla, se había bajado el chándal y se masturbaba lentamente mientras nos miraba con vicio, estaba extasiado con lo que veía, seguía el movimiento de mis manos que deslizaban el tanga por tus rodillas hasta llegar a tus tobillos, levantaste ambos pies  y saque el tanga, al notarte liberada separaste mas tus piernas mostrándonos un mundo de pasión, de excitación húmeda y palpitante, sonrosado y depilado, preparado para la satisfacción y la lujuria… el miraba descaradamente y su masturbación se acelero un momento. Sin pensarlo le lance el tanga que aun llevaba en la mano, cayó sobre su pene, que en el vaivén de su masturbación rodeo su pene… un espasmo de placer le recorrió el cuerpo y cerró los ojos, paró y recogió tu tanga llevándoselo a la cara, el no quería poseerte pero no pudo resistir la idea de conocer el olor de tu lujuria, el aroma de tu pasión y continuo con una masturbación salvaje y desenfrenada. Me alcé y le detuve la mano, mi atrevimiento lo éxito descomunalmente porque de su glande salieron algunas gotas de semen y palpitaba sin control, se contuvo como pudo… quería que no llegara al orgasmo antes de tiempo, le marque el ritmo con el que debía continuar.

Giraste la cabeza para ver que ocurría, vuestros ojos coincidieron y con la indolencia que tanto que caracterizaba agarraste tus pechos y los alzaste en toda su grandeza, comenzaste a acariciar tus pezones con la yema del  dedo gordo, lo estabas provocando mas… apretó mas fuerte su pene y se agito en la silla, no lo soportaba mas, tenía que explotar y así lo hizo, su eyaculación fue bestial, salpicándolo todo, su cara contraída de placer y lujuria era un poema, se agitaba descontrolado en la silla mientras seguía moviendo su mano descontrolada, era un volcán imparable, sus fluidos salían impulsados por el frenesí, su pene palpitaba visiblemente, su semen goteaba por entre sus dedos hasta llegar a sus testículos de donde caían al suelo gota a gota, su expresión de placer era inconfundible, sudaba copiosamente y su respiración era tan agitada que parecía que se asfixiaba por momentos, con ojos desorbitados no dejaban de mirar tus pechos… yo no dejé de recordar su inexperiencia, le pase un clínex con el que intento limpiar su sexo pero aun estaba demasiado sensible y al tocarse sintió un espasmo, allí lo dejé sentado… tu sonreías por tu triunfo.

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