Una experiencia más, un acto
compartido… un descubrimiento mutuo y provocado.
Me pediste silencio y acto
seguido que desnudara mi cuerpo, no querías tocarme aun y te fuiste a la
habitación dejándome solo, con mis pensamientos, en el salón mientras obedecía
lentamente tu orden…
La noche antes te ofrecí mi
sumisión total y absoluta, aceptaste el reto, puse en tus manos la libertad de
hacer conmigo tu capricho o sueños inconfesables… querías conocer lo que era
tener un juguete, tener un cuerpo al que dominar, controlar, manipular a tu
antojo, al que hacerle todo aquello que fantaseabas en tus húmedos sueños en
las solitarias noches que no compartíamos.
Me llamaste casi en un susurro,
vestida aun con tu traje negro, te mire descaradamente pero no supe distinguir
si llevabas ropa interior, la cama estaba despejada de obstáculos que pudieran
entorpecer realizar tus pensamientos. Mi desnudez no me avergonzó, aun estaba
muy relajado y no me importo que me vieras así… pero a ti, el verme así, te excito
sumamente, no escondiste tu deseo, se marcaron tus pechos bajo tu ajustado
traje negro, tu lengua humedeció descaradamente tu labio superior mientras tus
ojos no se apartaban de mi sexo sin pudor y dejando alongar tu excitación en el
brillo de tus pupilas.
Te acercaste lentamente dejando
caer un tímido beso en mis labios… - Siéntate – ordenaste y obediente me deje
caer en la cama, distes un paso más para hundir mi cara entre tus turgentes
pechos, sentí como un suspiro de placer escapo de tus labios al sentir el calor de mi piel y aspire con frenesí el
fragante perfume natural de tu cuerpo manado de tus firmes senos, me rodeaste
la cabeza con tus brazos y al instante sentí caer ante mis ojos la oscuridad más
densa e intimidante que jamás sentí… era absoluta, casi solida… me habías
cubierto los ojos con tu pañuelo de seda rojo que no dejaba resquicio por donde
ver o que llegara algo de luz.
Cegado me recostaste lentamente
en la cama, con delicadeza pero firmemente, te note segura, fuerte… Ya sentías
tu dominación y enseguida vistes que mi sumisión seria total… tu voz sonó clara
y directa – No te muevas, no digas nada - , desde ese momento el silencio se rompía
por el sonido de los objetos que sacabas de algún cajón y dejabas a mi lado, mi
nerviosismo y mi excitación aumentaban a partes iguales, el morbo de la duda de
lo que me harías bullía en mi mente haciéndome imaginar de todo pero me deje
llevar por el deseo, mi excitación fue a mas, era ya evidente, no pude controlar
el aumento de tamaño de mi pene, intente pensar en otras cosas para bajar mi
excitación pero no hubo manera… llegue a la excitación máxima sin quererlo, sin
proponérmelo y tu respiración agitada me demostró que eso era lo que deseabas,
lo que buscabas… querías sentirte dueña de mi, dominar mi cuerpo a tu antojo y
provocarme el máximo placer solo con tu presencia… te sentías poderosa,
imparable y atrevida.
De pronto note la inseguridad y
la vulnerabilidad de mi situación, el silencio era notorio y mis ojos no podían
ayudarme al estar tapados por tu pañuelo… sentí un cosquilleo que recorría mi
cuerpo sin destino claro, me enfrentaba a lo desconocido, me tenias a tu merced
y de pronto tus manos se posaron en mis muslo, me sobresalte pero me pudo el
deseo y mi miembro se expandió más aun… comenzaste a acariciarme los muslos
lentamente, note que habías mojado tus manos con algún liquido que formo un
reguero que bajó por entre mis muslos excitándome mas, un olor afrutado y fresco lleno la
habitación, tus manos bajaron por mis piernas extendiendo el liquido por cada rincón,
la suavidad de tus caricias casi me adormecieron y el sentirte tranquila me
relajaba pero el movimiento de tus manos alteraba mi piel con cada movimiento. Sentía
el calor que desprendías por la palma de tus manos y eso hacía que el
cosquilleo de mi espalda se disparara hasta llegar a mi nuca al llegar a mis
pies jugueteaste un momento con mis dedos y la planta de mis pies… de pronto llevaste
una mano a mi cadera y desplazaste tu cuerpo haciéndome separar mis piernas
para que de rodillas ocuparas ese espacio, sentí el aliento que exhalo tu boca en mi pene y se
erizaron todos los pelos de mi cuerpo… presentí lo que iba a ocurrir pero en tu
frenesí dominante solo suspiraste sobre mi miembro y derramaste mas liquido por
mi pecho y estomago, se disparo mi imaginación por el deseo y mi mente
enseguida se centro en algo que no esperaba... En esa postura que estabas al
estirar los brazos sentí en mis caderas como se posaban tus pechos, casi desee
que tus pezones erectos atravesaran mi
piel, sentí como poco a poco iban aplastándose contra mi piel… lo sabías, leías
en mi cara lo que sentía y levantaste levemente tu torso para solo dejar que
tus pezones me tocaran y así, sin mas te moviste a los lados, me estabas
acariciando con tus pechos y mi frenesí aumento, buscabas que mi pene quedara
entre tus pechos y al conseguirlo, note tu satisfacción, cambiaste los
movimientos a un subir y bajar rítmico y parsimonioso, con tus manos juntaste
mas tu pechos para atrapar mi miembro entre ellos y así masturbarme con ellos,
creí que mi locura estaba en su cenit pero me equivocaba… paraste en seco y
sentí como sonreías y extendiste tus manos para seguir acariciando mi cuello
dejándome notar tus largas uñas arañándome levemente, continuaste acariciándome
por el pecho, llegando a mi estomago y bajo vientre… allí premeditadamente
levantaste las manos pero dejaste que tus uñas siguieran en contacto con mi
piel, arañando mi pubis imberbe evitando en todo momento tocar mi pene que ya
coronaba en granate mi glande de la lujuria contenida y consiguiendo que mi
espalda se arqueara de puro placer… me mordía los labios de puro éxtasis y mi
boca reseca contenían una lengua que intentaba por todos los medios mantenerse
húmeda sin conseguirlo… no lo soportaba mas, me podía el ansia de poseerte, de
dominarte salvajemente y hacerte el amor como si fuera el último acto de mi
vida… Te pusiste en pie, sabía que te deleitabas mirando mi excitación extrema,
como poco a poco mi cuerpo se relajaba tras la tormenta de sensaciones que le
habías hecho sentir, mirabas mis músculos tensos por tu culpa… disfrutabas de
tu logro, manabas sensualidad, y agarraste mis tobillos e hiciste ademan de
cruzarlos, con voz autoritaria ordenaste sin contemplaciones – Date la vuelta…
Boca bajo, en silencio- ya obedecía automáticamente, me excitaba notarte así,
me vi esclavizado y al mismo tiempo deseado.
Una vez más dejaste gotear ese
liquido por mi espalda pero buscaste mis nalgas, lo note, sentí como dejabas
caer liquido entre mis glúteos, querías asegurarte que se mojaran bien y acto
seguido te sentaste sobre mis muslos, Dios, no tenias ropa interior y al
separar tus piernas, tu sexo dejo caer unas gotas de su fluido que
descaradamente me hizo saber que estabas tan excitada como yo, noté como tu
sexo húmedo mojaba mis muslos, mi mente fue un caos de pasión, deseo, frenesí,
ansiedad y quise tocar tus piernas pero lo impediste con un movimiento de tus
manos… Ahora no querías acariciarme, querías que aumentaran mis sensaciones y
con las uñas comenzaste a dibujar en mi espalda, con tus dedos extendías el
liquido por toda ella y luego seguías acariciándome con las uñas hasta llegar a
mis glúteos, te levantaste y dejaste caer a un lado tu cuerpo, con un dedo
recorriste el hueco entre mis nalgas hasta llegar a mi escroto y lo hiciste
subir más despacio aun, yo no controlaba mis caderas que poco a poco comenzaban
a moverse y mis piernas a entre abrirse, estaba dispuesto a todo, a que
poseyeras mi cuerpo a tu antojo, lo notaste porque acto seguido, con la yema
del dedo extendiste el liquido que habías derramado, muy despacio buscabas tu
objetivo, ya me lo habías comentado alguna vez, ¿qué siente un hombre al
tocarle el ano?, querías tu respuesta y yo estaba dispuesto a dártela sin
restricciones y me dejé hacer… en el fondo yo también quería esa respuesta, y
en ese momento necesitaba sentir más, ansiaba placer, me moría por llegar al
éxtasis… Continuaste acariciando entre mis muslos y cuando mis glúteos se
relajaron fuiste a por mí ano, lo acariciabas lentamente y notaste enseguida
que mi excitación aumentaba, nuevamente moví mis caderas arriba y abajo… mi
respiración se disparo a un jadeo que secaba aun mas mi boca… mordí mi labio
inferior al notar como apretabas tu dedo contra mi ano para iniciar la
penetración pero solo querías eso… iniciarla, mi mente se quedo en blanco, la
sensación fue brutal como inesperada, no me dolió, al contrario, sentí un
placer absolutamente distinto a lo que
conocía hasta ese momento, tu notaste
enseguida mi reacción y volviste a apretar, no lo esperaba y ahí, sí que
penetro más hondo aun, seguía sin dolerme y el placer aumento inexplicablemente
, el movimiento involuntario de mi cadera hacia rozar mi pene contra la sabana
y el placer fue bestial… lo viste claro y tu también movías tu dedo arriba y
abajo… la locura invadió mi mente e imagine la situación desde fuera, tu
sentada y mi cuerpo ante ti, moviendo la cadera y tú con tu dedo penetrándome..
Fue insoportable, casi llego al orgasmo sin más acto que lo que veía en mi
imaginación… paré, casi me avergonzaba de lo que descubrí y no sabía que
pensabas de esa situación no esperada, en mi imaginación te veía frenética,
estabas disfrutando como si fueras tu a quien penetraban, tu boca estaba entre
abierta y notaba el brillo de la saliva en tus labios… al parar poco a poco
sacaste tu dedo y me volviste bocarriba con fuerza… y sin esperar a que mi
espalda terminara de reposar en la cama introdujiste mi pene en tu boca, y
comenzaste a moverte alocadamente, introduciendo cada vez más profundamente mi
miembro en tu boca, estabas descontrolada, te pudo la lujuria… lo que acababas
de vivir te había llevado a la locura y no querías dominarte… buscabas que
llegara al orgasmo en tu boca, deseabas sentir el latido de mi pene en tu boca
y casi lo consigues, te pare… no podía mas, necesitaba penetrarte… pero me
detuviste mirándome a los ojos, tenias mi pene agarrado con una mano y un hilo
de saliva unía mi miembro a tus labios… la imagen desato una tormenta de
emociones en mi… y no obedecí, mi fuerza
fue más que suficiente para dominarte, te tumbe en la cama y levante tu traje
sin quitártelo, un pecho salió de su alojamiento y su visión destrozo lo poco
que quedaba de humano en mi, perdí el control, estaba loco de deseo, necesitaba
poseerte irremediable y animalmente, sin
control alguno…
– Hazlo… por favor, penétrame... atraviésame
de parte a parte- Me lo pediste con los
ojos desorbitados y llenos de lujuria… Te penetre y vigorosamente comencé a
moverme, no podía mas, no soportaba mas la necesidad de llegar al orgasmo y tu
comenzaste a gemir, descontrolada movías tus caderas arriba y abajo para sentir
mi pene más profundamente en tu interior, me agarraste los brazos empujándome
hacia a ti… nuestros cuerpos no podían estar más juntos pero aun así la pasión
nos obligaba a mas y comenzaste a llegar al orgasmo, los músculos de tu sexo se
contraían tanto que los sentía atrapar
mi miembro como si fuera una mano, apretándolo con toda su fuerza y eso me
hacía sentir más dolor y placer, los fluidos de tu sexo comenzaron a empapar
mis testículos, a correr por entre mis muslos y mi cadera chapoteaba ya al
unirse a la tuya en el ímpetu de la penetración… el paroxismo fue total… llegue
al orgasmo junto a ti y no me detuve, tu notaste como mi pene latía en tu
interior y te doblaste hasta que tus manos agarraron mi cintura para ayudarme a
moverme con más fuerza en tu interior…
mi eyaculación fue total y máxima, se unieron nuestros fluidos
desbordando la capacidad de tu vagina que salpicaba a cada penetración, nos íbamos
llenando de placer, pasión y locura, sentía como salpicaban nuestros fluidos excitándome
mas y mas y sintiendo esa humedad llenando nuestros cuerpos.
No pude más que dejarme caer
sobre ti, me abrazaste con un brazo porque no podías ni moverte del placer que
estabas sintiendo, los músculos de tu vagina aun se contraían sin control, y
gemías, aunque más lentamente, no quería sacar mi pene porque la sensación de
succión que ejercías era increíble y no deseaba salir de ti… sudábamos copiosamente
pero sentía que de ese modo te deseaba mas y quería seguir pegado a tu piel…
nos besamos y si mas palabras quitaste la venda de mis ojos, no quería
abrirlos, deseaba mantener en negro el recuerdo más hermoso que habías
provocado hasta ese momento en mi vida.
vaya, vaya. no creo que sea una experiencia más.
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