jueves, 17 de octubre de 2013

Una experiencia más...

Una experiencia más, un acto compartido… un descubrimiento mutuo y provocado.
Me pediste silencio y acto seguido que desnudara mi cuerpo, no querías tocarme aun y te fuiste a la habitación dejándome solo, con mis pensamientos, en el salón mientras obedecía lentamente tu orden…
La noche antes te ofrecí mi sumisión total y absoluta, aceptaste el reto, puse en tus manos la libertad de hacer conmigo tu capricho o sueños inconfesables… querías conocer lo que era tener un juguete, tener un cuerpo al que dominar, controlar, manipular a tu antojo, al que hacerle todo aquello que fantaseabas en tus húmedos sueños en las solitarias noches que no compartíamos.
Me llamaste casi en un susurro, vestida aun con tu traje negro, te mire descaradamente pero no supe distinguir si llevabas ropa interior, la cama estaba despejada de obstáculos que pudieran entorpecer realizar tus pensamientos. Mi desnudez no me avergonzó, aun estaba muy relajado y no me importo que me vieras así… pero a ti, el verme así, te excito sumamente, no escondiste tu deseo, se marcaron tus pechos bajo tu ajustado traje negro, tu lengua humedeció descaradamente tu labio superior mientras tus ojos no se apartaban de mi sexo sin pudor y dejando alongar tu excitación en el brillo de tus pupilas.
Te acercaste lentamente dejando caer un tímido beso en mis labios… - Siéntate – ordenaste y obediente me deje caer en la cama, distes un paso más para hundir mi cara entre tus turgentes pechos, sentí como un suspiro de placer escapo de tus labios al sentir  el calor de mi piel y aspire con frenesí el fragante perfume natural de tu cuerpo manado de tus firmes senos, me rodeaste la cabeza con tus brazos y al instante sentí caer ante mis ojos la oscuridad más densa e intimidante que jamás sentí… era absoluta, casi solida… me habías cubierto los ojos con tu pañuelo de seda rojo que no dejaba resquicio por donde ver o que llegara algo de luz.
Cegado me recostaste lentamente en la cama, con delicadeza pero firmemente, te note segura, fuerte… Ya sentías tu dominación y enseguida vistes que mi sumisión seria total… tu voz sonó clara y directa – No te muevas, no digas nada - , desde ese momento el silencio se rompía por el sonido de los objetos que sacabas de algún cajón y dejabas a mi lado, mi nerviosismo y mi excitación aumentaban a partes iguales, el morbo de la duda de lo que me harías bullía en mi mente haciéndome imaginar de todo pero me deje llevar por el deseo, mi excitación fue a mas, era ya evidente, no pude controlar el aumento de tamaño de mi pene, intente pensar en otras cosas para bajar mi excitación pero no hubo manera… llegue a la excitación máxima sin quererlo, sin proponérmelo y tu respiración agitada me demostró que eso era lo que deseabas, lo que buscabas… querías sentirte dueña de mi, dominar mi cuerpo a tu antojo y provocarme el máximo placer solo con tu presencia… te sentías poderosa, imparable y atrevida.
De pronto note la inseguridad y la vulnerabilidad de mi situación, el silencio era notorio y mis ojos no podían ayudarme al estar tapados por tu pañuelo… sentí un cosquilleo que recorría mi cuerpo sin destino claro, me enfrentaba a lo desconocido, me tenias a tu merced y de pronto tus manos se posaron en mis muslo, me sobresalte pero me pudo el deseo y mi miembro se expandió más aun… comenzaste a acariciarme los muslos lentamente, note que habías mojado tus manos con algún liquido que formo un reguero que bajó por entre mis muslos excitándome mas,  un olor afrutado y fresco lleno la habitación, tus manos bajaron por mis piernas extendiendo el liquido por cada rincón, la suavidad de tus caricias casi me adormecieron y el sentirte tranquila me relajaba pero el movimiento de tus manos alteraba mi piel con cada movimiento. Sentía el calor que desprendías por la palma de tus manos y eso hacía que el cosquilleo de mi espalda se disparara hasta llegar a mi nuca al llegar a mis pies jugueteaste un momento con mis dedos y la planta de mis pies… de pronto llevaste una mano a mi cadera y desplazaste tu cuerpo haciéndome separar mis piernas para que de rodillas ocuparas ese espacio, sentí  el aliento que exhalo tu boca en mi pene y se erizaron todos los pelos de mi cuerpo… presentí lo que iba a ocurrir pero en tu frenesí dominante solo suspiraste sobre mi miembro y derramaste mas liquido por mi pecho y estomago, se disparo mi imaginación por el deseo y mi mente enseguida se centro en algo que no esperaba... En esa postura que estabas al estirar los brazos sentí en mis caderas como se posaban tus pechos, casi desee que  tus pezones erectos atravesaran mi piel, sentí como poco a poco iban aplastándose contra mi piel… lo sabías, leías en mi cara lo que sentía y levantaste levemente tu torso para solo dejar que tus pezones me tocaran y así, sin mas te moviste a los lados, me estabas acariciando con tus pechos y mi frenesí aumento, buscabas que mi pene quedara entre tus pechos y al conseguirlo, note tu satisfacción, cambiaste los movimientos a un subir y bajar rítmico y parsimonioso, con tus manos juntaste mas tu pechos para atrapar mi miembro entre ellos y así masturbarme con ellos, creí que mi locura estaba en su cenit pero me equivocaba… paraste en seco y sentí como sonreías y extendiste tus manos para seguir acariciando mi cuello dejándome notar tus largas uñas arañándome levemente, continuaste acariciándome por el pecho, llegando a mi estomago y bajo vientre… allí premeditadamente levantaste las manos pero dejaste que tus uñas siguieran en contacto con mi piel, arañando mi pubis imberbe evitando en todo momento tocar mi pene que ya coronaba en granate mi glande de la lujuria contenida y consiguiendo que mi espalda se arqueara de puro placer… me mordía los labios de puro éxtasis y mi boca reseca contenían una lengua que intentaba por todos los medios mantenerse húmeda sin conseguirlo… no lo soportaba mas, me podía el ansia de poseerte, de dominarte salvajemente y hacerte el amor como si fuera el último acto de mi vida… Te pusiste en pie, sabía que te deleitabas mirando mi excitación extrema, como poco a poco mi cuerpo se relajaba tras la tormenta de sensaciones que le habías hecho sentir, mirabas mis músculos tensos por tu culpa… disfrutabas de tu logro, manabas sensualidad, y agarraste mis tobillos e hiciste ademan de cruzarlos, con voz autoritaria ordenaste sin contemplaciones – Date la vuelta… Boca bajo, en silencio- ya obedecía automáticamente, me excitaba notarte así, me vi esclavizado y al mismo tiempo deseado.
Una vez más dejaste gotear ese liquido por mi espalda pero buscaste mis nalgas, lo note, sentí como dejabas caer liquido entre mis glúteos, querías asegurarte que se mojaran bien y acto seguido te sentaste sobre mis muslos, Dios, no tenias ropa interior y al separar tus piernas, tu sexo dejo caer unas gotas de su fluido que descaradamente me hizo saber que estabas tan excitada como yo, noté como tu sexo húmedo mojaba mis muslos, mi mente fue un caos de pasión, deseo, frenesí, ansiedad y quise tocar tus piernas pero lo impediste con un movimiento de tus manos… Ahora no querías acariciarme, querías que aumentaran mis sensaciones y con las uñas comenzaste a dibujar en mi espalda, con tus dedos extendías el liquido por toda ella y luego seguías acariciándome con las uñas hasta llegar a mis glúteos, te levantaste y dejaste caer a un lado tu cuerpo, con un dedo recorriste el hueco entre mis nalgas hasta llegar a mi escroto y lo hiciste subir más despacio aun, yo no controlaba mis caderas que poco a poco comenzaban a moverse y mis piernas a entre abrirse, estaba dispuesto a todo, a que poseyeras mi cuerpo a tu antojo, lo notaste porque acto seguido, con la yema del dedo extendiste el liquido que habías derramado, muy despacio buscabas tu objetivo, ya me lo habías comentado alguna vez, ¿qué siente un hombre al tocarle el ano?, querías tu respuesta y yo estaba dispuesto a dártela sin restricciones y me dejé hacer… en el fondo yo también quería esa respuesta, y en ese momento necesitaba sentir más, ansiaba placer, me moría por llegar al éxtasis… Continuaste acariciando entre mis muslos y cuando mis glúteos se relajaron fuiste a por mí ano, lo acariciabas lentamente y notaste enseguida que mi excitación aumentaba, nuevamente moví mis caderas arriba y abajo… mi respiración se disparo a un jadeo que secaba aun mas mi boca… mordí mi labio inferior al notar como apretabas tu dedo contra mi ano para iniciar la penetración pero solo querías eso… iniciarla, mi mente se quedo en blanco, la sensación fue brutal como inesperada, no me dolió, al contrario, sentí un placer absolutamente  distinto a lo que conocía hasta ese momento,  tu notaste enseguida mi reacción y volviste a apretar, no lo esperaba y ahí, sí que penetro más hondo aun, seguía sin dolerme y el placer aumento inexplicablemente , el movimiento involuntario de mi cadera hacia rozar mi pene contra la sabana y el placer fue bestial… lo viste claro y tu también movías tu dedo arriba y abajo… la locura invadió mi mente e imagine la situación desde fuera, tu sentada y mi cuerpo ante ti, moviendo la cadera y tú con tu dedo penetrándome.. Fue insoportable, casi llego al orgasmo sin más acto que lo que veía en mi imaginación… paré, casi me avergonzaba de lo que descubrí y no sabía que pensabas de esa situación no esperada, en mi imaginación te veía frenética, estabas disfrutando como si fueras tu a quien penetraban, tu boca estaba entre abierta y notaba el brillo de la saliva en tus labios… al parar poco a poco sacaste tu dedo y me volviste bocarriba con fuerza… y sin esperar a que mi espalda terminara de reposar en la cama introdujiste mi pene en tu boca, y comenzaste a moverte alocadamente, introduciendo cada vez más profundamente mi miembro en tu boca, estabas descontrolada, te pudo la lujuria… lo que acababas de vivir te había llevado a la locura y no querías dominarte… buscabas que llegara al orgasmo en tu boca, deseabas sentir el latido de mi pene en tu boca y casi lo consigues, te pare… no podía mas, necesitaba penetrarte… pero me detuviste mirándome a los ojos, tenias mi pene agarrado con una mano y un hilo de saliva unía mi miembro a tus labios… la imagen desato una tormenta de emociones en mi…  y no obedecí, mi fuerza fue más que suficiente para dominarte, te tumbe en la cama y levante tu traje sin quitártelo, un pecho salió de su alojamiento y su visión destrozo lo poco que quedaba de humano en mi, perdí el control, estaba loco de deseo, necesitaba poseerte  irremediable y animalmente, sin control alguno…
 – Hazlo… por favor, penétrame... atraviésame de parte a parte-  Me lo pediste con los ojos desorbitados y llenos de lujuria… Te penetre y vigorosamente comencé a moverme, no podía mas, no soportaba mas la necesidad de llegar al orgasmo y tu comenzaste a gemir, descontrolada movías tus caderas arriba y abajo para sentir mi pene más profundamente en tu interior, me agarraste los brazos empujándome hacia a ti… nuestros cuerpos no podían estar más juntos pero aun así la pasión nos obligaba a mas y comenzaste a llegar al orgasmo, los músculos de tu sexo se contraían tanto que los sentía  atrapar mi miembro como si fuera una mano, apretándolo con toda su fuerza y eso me hacía sentir más dolor y placer, los fluidos de tu sexo comenzaron a empapar mis testículos, a correr por entre mis muslos y mi cadera chapoteaba ya al unirse a la tuya en el ímpetu de la penetración… el paroxismo fue total… llegue al orgasmo junto a ti y no me detuve, tu notaste como mi pene latía en tu interior y te doblaste hasta que tus manos agarraron mi cintura para ayudarme a moverme con más fuerza en tu interior…  mi eyaculación fue total y máxima, se unieron nuestros fluidos desbordando la capacidad de tu vagina que salpicaba a cada penetración, nos íbamos llenando de placer, pasión y locura, sentía como salpicaban nuestros fluidos excitándome mas y mas y sintiendo esa humedad llenando nuestros cuerpos.
No pude más que dejarme caer sobre ti, me abrazaste con un brazo porque no podías ni moverte del placer que estabas sintiendo, los músculos de tu vagina aun se contraían sin control, y gemías, aunque más lentamente, no quería sacar mi pene porque la sensación de succión que ejercías era increíble y no deseaba salir de ti… sudábamos copiosamente pero sentía que de ese modo te deseaba mas y quería seguir pegado a tu piel… nos besamos y si mas palabras quitaste la venda de mis ojos, no quería abrirlos, deseaba mantener en negro el recuerdo más hermoso que habías provocado hasta ese momento en mi vida.


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